Lo que no es la osteopatía
En España, la osteopatía no se beneficia de una imagen socio-profesional que esté bien definida. Es más, llega a sufrir un vacío legal, principalmente debido al hecho de que, al principio por lo menos, la practicaban los fisioterapeutas, incluyéndola es sus tratamientos de fisioterapia.
Así pues, los pacientes han ido asimilando progresivamente fisioterapia y osteopatía, y no llegan a discernir la diferencia.
Después de haber visto lo que es, consideremos ahora lo que no es.
La osteopatía no es vertebroterapia
Claro está que los osteópatas tienen mucha demanda por parte de sus pacientes en lo que concierne al dolor de espalda. Sin embargo, el vertebro-terapeuta, que también se ocupa de la columna vertebral, aun siendo muy eficaz a nivel del síntoma, no se ocupa de la globalidad de la persona, como debe (o debería) hacerlo el osteópata.
No es curanderismo
Aun habiendo recibido parte de sus conocimientos por parte de los curanderos, e incluso habiéndose declarado en un momento dado “ajustador suave de huesos” (Lightening bonesetter), Still comprendió rápidamente que, incluso siendo eficaz, el curanderismo no era suficiente para permitir que la osteopatía perdurara en el tiempo.
Planteémonos la pregunta: ¿Cuántos curanderos geniales vivieron a lo largo de los siglos? Y ninguno ha dejado huella después de su muerte, al haber desaparecido su saber hacer, junto con su persona.
Dotado de un saber hacer excelente, la genialidad de Still consistió en desarrollar una filosofía (principalmente, gracias a los filósofos evolucionistas de su época, Herbert Spencer y Alfred Russell Wallace), la cual ha permitido que la osteopatía no se apague junto con su descubridor.
Dicha filosofía es una manera de concebir la vida y lo viviente, y es una preciosa ayuda para la osteopatía.
No se trata de hacer « crujir »
Muchos pacientes (incluso muchos terapeutas) piensan que basta con hacer crujir algunas vértebras o algunas articulaciones para pretender practicar la osteopatía.
No es así. Dichas técnicas, utilizadas fuera del contexto filosófico propio y completamente original de la osteopatía, no son más que técnicas.
Desde luego, pueden aportar cierto alivio, pero rara vez se considera al paciente dentro de su globalidad como persona, física, mental, psíquica…
El crujido no significa nada
Simplemente significa que una articulación ha sido movilizada de manera rápida, siendo esta movilización el origen del ruido. Cabe la posibilidad, que dicha maniobra de movilización extremadamente rápida de la articulación, le proporcione transitoriamente una mayor movilidad, un mejor juego articular.
Pero la mayoría de las veces, al no haber sido tratada la causa, la vértebra o la articulación, tratada de este modo, volverá a recuperar su mala posición.
Para terminar sobre este asunto, he ahí lo que dice el propio Still acerca del crujido:
« Ese crujido no es un criterio del que uno se tenga que fiar. No siempre los huesos crujen cuando vuelven al sitio, del mismo modo que el crujido tampoco significa que estén adecuadamente ajustados. Al tirar de vuestro dedo, oiréis un ruido repentino. La separación brusca y forzada de las extremidades de los huesos que forman la articulación, provoca un vacío, y el aire que penetra dentro de la articulación y que rellena este vacío provoca dicho ruido seco. He ahí simplemente, la explicación de dicho crujido, al cual el paciente le concede tal importancia, que se convierte para él en el testimonio de la eficacia de la corrección. El osteópata no debería alentar esta idea en su paciente, como demostración de que se ha conseguido algo. »1
Hacer crujir puede ser peligroso
Muchos terapeutas se obstinan en hacer crujir las vértebras o demás articulaciones de sus pacientes, pensando así hacer una acción terapéutica. Es cierto que en algunas ocasiones funciona, pero de igual manera que puede llegar a ser peligroso, principalmente sobre unas estructuras alteradas por la artrosis, la osteoporosis o cualquier anomalía no percibida por el terapeuta o el examen radiológico.
Manipular exige una gran competencia técnica
Además, esta clase de técnicas, para ser indoloras y sin ningún peligro, necesitan una gran habilidad técnica por parte del terapeuta, incluso una perfección del gesto, que bien pocos consiguen alcanzar realmente.
Entonces, lo que ocurre la mayoría de las veces, es que la técnica no es más que la aplicación de una fuerza excesiva, sobre la articulación, con unas consecuencias con frecuencia nefastas, como se pueden imaginar.
¿Cuántos pacientes vienen a nuestra consulta después de haber sido “lastimados” por este tipo de técnicas, aplicadas a tontas y a locas? Deberíamos al respecto, recordar a Hipócrates y sus principios, uno de ellos siendo: « en primer lugar, no hacer daño. »
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- A. T. Still, Ostéopathie, Recherche et pratique, Editions Sully, 2001, p. 42 (trad. Esp. : Osteopatía, Investigación y práctica).